La incomodidad con la que Ricardo Zielinski enfrenta a una cámara de televisión es tan distante a lo que puede verse del entrenador de Atlético cuando dirige con esa paz tibetana tan envidiada por sus pares. Se viene la última batalla del semestre, la más importante de la historia del club, de los jugadores, de la gente y del propio “Ruso”. En su primera participación en la Libertadores, la segunda del “Decano”, el entrenador rompió los moldes de la derrota de clubes argentinos (durante 48 años) en la altura de la Paz con el triunfazo ante The Strongest. Además, está al borde de lograr algo inédito, exclusivo de los poderosos del continental: avanzar a los octavos de final.
Atlético, Zielinski y compañía necesitan un punto ante Libertad el jueves, por la última fecha de la zona C de la fase de grupos. Un punto. Casi nada y al mismo tiempo demasiado. “Yo lo tomo con mucha tranquilidad, pero también es un momento especial para todos nosotros, fundamentalmente porque hemos hecho un esfuerzo enorme a lo largo del año y lo queremos coronar. Sabemos la importancia que tiene esto para cada uno de nosotros y el club”, en su primera respuesta a LG Deportiva, el técnico libera la tensión del instante previo a encenderse la cámara. Ahora sí, se siente como si la charla fuera entre dos, en una mesa de café.
Y por esa misma razón, el “Ruso” hablará con la certeza de un cirujano y la honestidad del amigo incondicional. “Nunca se gana ni se pierde un partido antes de jugarlo. Libertad necesita los tres puntos para clasificarse primero, y a Atlético , históricamente, le ha costado todo un montón. A nosotros, este año, también nos ha costado todo demasiado. Será una final y tanto tendremos que jugar 10 puntos, estar concentrados, dar un plus. Este tipo de partidos te pide ese grado de exigencia”, explica Zielinski, un hombre de muñeca brava que ha sabido camuflar tantas bajas importantes en el plantel a lo largo de la temporada, desde las atajadas de Cristian Lucchetti a los goles que jamás pudo disfrutar de Fernando Zampedri y Cristian Menéndez, el combo de 45 festejos de los artilleros salientes de la famosa “Generación de América”.
“Las campañas son, prácticamente, de todo el grupo. Siempre. Suma mucho más el que por ahí no tiene tantas posibilidades que el que juega. Entonces, desde ese lugar, todo esto que ha hecho Atlético es el fruto del esfuerzo de mucha gente. Todos los jugadores, desde el primero al último. La hinchada, que nos apoyó incondicionalmente, la directiva. Hay un montón de factores que influyen. Pero a la cancha entran 11, entonces es muy difícil que uno sea justo. Privilegiamos el conjunto por sobre lo individual”.
El caso de este Atlético es bastante particular. Ha cumplido con todos los objetivos pautados y aún así da la impresión de no haber conformado a todos los hinchas. Hasta suena injusto. Hay mezcla de aliento incondicional con un extremo pedido de más gloria. “Y, no podemos hacer nada. Lo que digo es que en todas las competencias que participamos fuimos competitivos. Con Libertad terminamos con 42 partidos en el año cuando otros jugaron 28. Y es mucho para nosotros. Lo sienten Independiente, Boca, River, que permanentemente cuando tienen que jugar cerquita un partido del otro empiezan a hacer declaraciones y toda esa historia. Nosotros no. Desde el día que jugamos con los chicos en Bolivia, prácticamente tuvimos que hacer un equipo nuevo. Hemos sido competitivos y en algunos momentos tuvimos que privilegiar algunas cosas, porque el hecho de participar en tres campeonatos a la vez, pese a que se le dio importancia a la Superliga, no es para nada fácil”, indica.
“En algún momento fue la Copa Argentina, porque nos posibilitaba llegar a la Libertadores, y habíamos pasado a equipos como Independiente, Vélez, Rosario Central. Era fundamental. Después, la Libertadores, donde arrancamos mal y tuvimos que acomodar el barco para la darle prioridad necesaria. Son muy meritorios los puntos que hicimos en la Superliga, en el contexto de que un equipo que participa en tantos lugares en algunas cosas va a pagar. Algún costo que nosotros hemos pagado”, remarca el técnico de un grupo que solo sabe de vacaciones por las historias de Instagram que pueden haber subido sus familiares o amigos. “Llegamos con lo justo a todo. Jugamos 20.000 mil finales en la cabeza. De la Copa Argentina, era perder y quedar afuera; de la Sudamericana, era perder y quedar afuera; perder en Bolivia era quedar afuera. Y bueno, estamos llegando con lo justo (al partido con Libertad)... A donde vamos, siempre hacemos partidos dignos”, resalta Zielinski. Las vacaciones que vendrán después del partido con Libertad son el oasis que en todo el grupo están esperando, explica en cierta forma el “Ruso”, un tanto tocado por esa sencilla idea de que no le den la importancia que merecen sus jugadores, aunque aclare que están intactos, mentalmente hablando.
“Está bien que se le pida, lo que no está bien es que no se los reconozca y que le den la justa importancia”, asiente y remarca una realidad: “En el campeonato hay equipos que tienen tres o cuarto puntos más que nosotros, en un contexto donde no jugaron nada y todo el mundo habla de una campaña excelente. Pero no podemos hacer nada nosotros. Simplemente, darle para adelante. Yo lamento que no se valore a los chicos, más que nada. Al esfuerzo que ha hecho Atlético, porque Tucumán está lejos de Buenos Aires y a veces eso influye”. No se mide con la misma vara.
Si en su decisión final, sobre si renovará o no contrato, influirá la falta de reconocimiento al grupo, Zielinski lo descarta. “No es un tema que ahora me preocupe”. La prioridad, su prioridad, se llama Libertad y el punto que hace falta para volver a hacer historia. Es más, se ríe del asunto “renovación”. “Todos lo años me pasa lo mismo. Tomamos decisiones después de terminados los campeonatos. Ahora hay que enfocarse en este partido que es lo más importante. Después habrá tiempo”, repite.
Pase lo que pase, el premio de la satisfacción interna está asegurado. “Todo juntos, en líneas generales, a todos los objetivos que teníamos los cumplimos y eso es muy difícil hacerlo, cuando en el fútbol argentino tenés 40 partidos. Es muy difícil, porque los planteles son reducidos y en general (a nosotros) vinieron jugadores sin jugar; vino gente que buscaba revancha de otro lado, o de la B Nacional... Ha sido valioso todo esto. Tampoco hay que perder de vista cuando las cosas se hacen bien”.